Werner Krauss[1]
Marburgo, donde trabajé
desde 1931 como docente de filología románica, siempre tuvo el rasgo
característico de la vida intelectual y académica. El profesorado aquí vivía
con confort y distancia, sin la posibilidad de influir en el círculo
extraacadémico y de orientarse por el espíritu de la época. Sin embargo,
durante el nazismo, esa limitación se traduciría en prejuicio. Sobre la
universidad también recaían las exigencias del nuevo régimen contra el
desarrollo de la investigación científica pura. En gran parte, la universidad
pudo mantener sus cuadros. No obstante, debido a motivos políticos, fueron
apartados: 1) [Wilhelm] Röpke[2]
(Economía política), por liberal –ahora está en Estambul; 2) Hermelin (Historia
de la iglesia), por pacifista –actualmente párroco en Wurttemberg; 3) Schlier
(docente de teología), por su movilización a favor del movimiento de
Elberfelder, en la Iglesia de la Confesión;[3]
4) Freudenberg (Pediatra), por “no ario” –ahora está en Basilea; 5) [Erich]
Auerbach (Filología Románica), por “no ario” –ahora en Estambul; 6) [Paul]
Jacobsthal (Arqueología), por “no ario” –ahora en Oxford (?)[4];
7) Frank (Filosofía), por “no ario” –ahora en Harvard; 8) [Karl] Löwith[5]
(Filosofía), por “no ario” y por sospecha de marxista –ahora en Nueva York; 9)
[Martin] Hellweg[6]
(asistente del Seminario de Filología Románica), por haber pertenecido a la
Liga de los Estudiantes Socialistas –ahora asesor de estudios en Fulda. Además,
el indo-germanista Jakobson, en los días de la ascensión del nazismo al poder,
perseguido por “no ario”, demócrata y pacifista, cometió suicidio.
Alineamientos
políticos extravagantes, como el del especialista en estudios anglosajones
Wolfgang Schmidt, eran minoritarios. Tal postura era prohibida y disgustaba
incluso a los nazis, que nos concedían una cierta moratoria para la
“purificación”. En cambio, preocupados por su pasado político, algunos
profesores se inscribían en el Partido, pero sin que cambiase su actitud.
Procedían en parte con franqueza, en parte también con el fin de poder, por la
acomodación externa, salvar un serio empeño científico.
Naturalmente,
los nazis no dejaban de apremiar políticamente la Universidad. Desde luego,
estimularon el resentimiento de la juventud contra los más viejos. La NSDAP (Nationalsozialistische Deutsche
Arbeiterpartei) pretendía ser considerada, ante todo, como un “movimiento
de juventud”. Se procuraba de instigar a los docentes (la liga de los docentes
nacionalsocialistas) contra los titulares y movilizar a los estudiantes contra
el conjunto de los maestros. Algunos cursos fueron perjudicados por demostraciones estudiantiles. Durante
casi un año, la disolución de las corporaciones dio a Marburgo el aspecto de
una guerra civil. La SS intentó, por
medio de sus delegados académicos (Pfannenstiel, Mannhardt), ganar influencia
en la renovación. La Braune Haus (Amt
Rosenberg),[7]
mediante las evaluaciones académicas (Gutachtertätigkeit)
y de su representante (Wachsmut), ejerció un terror sistemático. Pero todas
estas investidas fracasaron, gracias a la incompetencia objetiva e intelectual
de los profesores afiliados al Partido. Es característico que el rectorado y,
sobre todo, el decanato no hayan sido ocupados por las fuerzas del Partido o,
donde eso eventualmente sucedió, hayan tenido que reparar el caos entonces
provocado, convocando a la vieja fuerza “reaccionaria”. También las varias
instancias partidarias se hostilizaban en conflictos exasperantes (el estudiantado
contra el profesorado y la SS contra
la Braune Haus). Esos conflictos nos
fueron de mayor ayuda que las conquistas políticas de la ciencia política.
Influyó
además una reflexión emprendida por las instancias más altas. Marburgo era como
una típica universidad extranjera puesta sobre una particular protección
cultural. La gran afluencia de estudiantes extranjeros, especialmente en el
Seminario de Teología, llevó al Partido a dejar que Marburgo fuese al mismo
tiempo una fachada cultural generadora de divisas.
Un
criterio particular sobre la actitud de los mejores habitantes de Marburgo se
encuentra en el hecho de que mantuvieron relaciones con sus colegas judíos
hasta el momento de su expulsión; por lo menos mientras no se encontraran
expuestos a los peores riesgos.
Yo
mismo recibí mi Habilitation en 1931,
bajo la orientación de Erich Auerbach. Después de que los nazis tomaran el
poder, los círculos docentes me daban a entender, incluso antes de la entrada
en vigor de las leyes sobre los no arios, que yo debía obstaculizar al Prof.
Auerbach; y que, como recompensa por ese hecho patriótico, lo sucedería [en su
cátedra]. De hecho, por ese mismo tiempo, en acuerdo con Auerbach, comencé a
encargarme de los Seminarios y de los ejercicios [que él dirigía]. Nuestro
trato social y nuestra amistad evidentemente permanecieron intactos y, cuando
Auerbach se trasladó a Estambul y la Facultad me presentó unánimemente como
candidato para ocupar su puesto, mi nombre fue rechazado, y también en los años
siguientes, por fuerza del veto absoluto en todas las instancias en las que el
Partido tenía influencia. También se frustró la esperanza que tenía de
recuperar mi escasa credibilidad política en un campo nacional-socialista (NS-Lager). Sin embargo, no se basaba mi
rechazo en objeciones fundamentales, sino en la falta de tiempo y en la
ausencia de dotes deportivos. El Gouleiter[8]
Kurhessen una vez más me evaluó. Son suyas estas palabras: “Desde el punto de
vista político-filosófico, Krauss, por su actitud estetizante e intelectualista,
debe ser rechazado”. En los círculos nacional-socialistas, se me contaba entre
los “reaccionarios”. Por el contrario, la disposición básica que entonces
despuntaba en mí de combatir al nacionalsocialismo, encontraba, si bien no de
forma militante, la simpatía de los colegas entre los que circulaba. Con todo,
se me impugnaba que debía tener en cuenta una ofensiva de la derecha, que ya
había resuelto el problema de la integración de las masas al
nacionalsocialismo. Tales opiniones, en parte, se explican por el retraimiento
provinciano del profesorado de Marburgo. Estaban además relacionadas con las
corrientes intelectuales dominantes, con la actitud antipositivista,
antisociológica y antipsicológica de los practicantes alemanes de las ciencias
de la cultura, que ante cualquier intento de fundamentación sociológica de su
disciplina temían caer en un sistema de explicación extra-científico. De esa
característica fue la crítica que recibieron tres trabajos por mi reunidos,
dentro del espíritu de la consideración dialéctica de la historia [Martin
Hellweg: “Das Gewissen bei Jean-Jacques Rousseau” (“La conciencia moral en
Jean-Jacques Rousseau”), Walter Müller: “Die Grundregeln der Gesellschaftlichen
Welt in den Werken Abbé Prévost” (“Los principios fundamentales del mundo
social en la obra de Abbé Prévost”) y Werner Krauss: Corneille als politischer
Dichter” (“Corneille como poeta político”)]. En verdad, en estas reseñas no se
señalaba abiertamente el fundamento herético, sociológico-marxista, de nuestros
escritos. Sin embargo, se nos señaló que la línea de una cientificidad
satisfecha consigo misma había sido abandonada, del mismo modo [por cierto]
como lo hizo la tentativa nazi de sometimiento de la ciencia. Todas las
especialidades estaban signadas en el aislamiento de sus “propias conexiones
fundadoras” y, bajo esta actitud, se percibía también la posibilidad de que se
rechazaran las exigencias políticas de los nazis. El rechazo de estas
exigencias, en cuanto se lo fundaba en [determinados] principios, ocurría
siempre al interior de una respectiva especialidad, lo que dificultaba la
estigmatización del propio sistema político, base insoportable de toda la vida
intelectual. Esta tendencia se reflejaba socialmente en el esfuerzo
significativo de hacer que las discusiones sobre el nacionalsocialismo fuesen
consideradas un tema de conversación indecente, chocante y estéril. Entre 1937
y 1938, se introdujo una contracorriente positivista en la facultad de derecho,
gracias a su representante más significativo, el entonces rector [Leopold]
Zimmerl.[9]
Zimmerl era un viejo nacionalsocialista austriaco, pero en los años en que lo
conocí estaba totalmente desilusionado y se empeñaba en usar su poderoso
soporte político-partidario para la defensa de su doctrina jurídica, contraria
al desvío de la praxis jurídica alemana. Su lucha se dirigía especialmente
contra la llamada escuela de derecho de Kiel, que encubría las mayores
monstruosidades de la praxis jurídica nacionalsocialista con un manto
filosófico (fenomenológico o hegeliano anticuado). Zimmerl procuraba, al mismo
tiempo, provocar a las ciencias de la cultura con la afirmación de que solo el
retorno al positivismo les posibilitaría una base saludable. Como rector,
Zimmerl organizaba tardes de discusión. Agudo y valeroso, se alegraba, como se
le dice a las bienvenidas, ante toda estocada indirecta contra el
nacionalsocialismo. Pero las incitaciones prácticas de Zimmerl no
fructificaron, porque en todas las ideas positivistas se reconocía
inmediatamente el retorno a un estado de ánimo hace mucho sobrepasado. La
comprensión de que la ciencia de la cultura alemana –anclada en la predilección
irracionalista de Nietzsche–, preparara al nihilismo para enfrentar a la
cultura [dominante], todavía no era lo suficientemente amplia como para que
provocase la reversión del camino de los intelectuales. Entre los miembros de
mi limitado círculo, una persona tan dotada como lo era mi asistente Martin
Hellweg, fue compelido, por haber pertenecido a la liga de los estudiantes socialistas,
a abandonar la carrera universitaria.
No
teníamos ilusiones sobre el alcance de nuestro grupo. El aislamiento de
Marburgo y el aumento del poder del Reich, especialmente el apoyo que entonces
recibía de las potencias occidentales, condenaba nuestros esfuerzos a la
desesperación. Nos parecíamos a una secta que podía celebrar sus ritos gracias
a la protección de extraterritorialidad que le ofrecía su especialización.
Hasta
el comienzo de la guerra, sin la interferencia de la Gestapo, pude suscribirme
a diarios extranjeros como L’Oeuvre, Le Temps, Vendredi, Times. El más
importante era la revista Week, que
recibía mi novia de entonces, Doris Schumacher (…),[10]
enviada anónimamente por sus amigos ingleses; la revista era regularmente
prestada a los estudiantes que pertenecían a nuestro grupo. En el invierno de
1938-1939, Doris Schumacher fue
interrogada por la Gestapo sobre la procedencia de la revista. Se negó a
confesar, informó a sus amigos y les advirtió sobre la vigilancia de los
servicios alemanes en el extranjero.
En
1937, a pesar de la guerra civil, apareció en Barcelona un ensayo científico
mío en el libro publicado en homenaje a [Antonio] Rubió i Lluch.[11]
Además, junto con el Prof. Schalk,[12]
yo era el único colaborador vivo en Alemania de la bibliografía para la memoria
de la Antigüedad, organizada en Londres por la Biblioteca Warburg, proscrita
por “judía”. En Alemania, la situación política interna y externa hacía
imposible, en aquellos años, una oposición activa. El apoyo sistemático al
hitlerismo de los Appeasers[13]
ingleses y franceses (los servicios que ayudaban a los nazis para el fraude
electoral en la votación de Sarre; para el sustento práctico o la justificación
de la intervención fascista en la guerra civil española; el estímulo a la rebelión
de los alemanes de los Sudetes por parte de Lord [Walter] Runciman[14]
y sus acólitos; y, por último, el homenaje a Hitler en la llamada conferencia
de los cuatro,[15]
de triste memoria, realizada en Múnich), desenvalentonaba la resistencia en
Alemania y hacía que la oposición se mostrase inútil, pues el
nacionalsocialismo cada vez más asumía la cara de un movimiento político
mundial.
También
en Marburgo, los extranjeros, que llegaban como visitantes o como estudiantes
de intercambio (sobre todo ingleses y franceses), mostraban una actitud de
indignación cuando entraban en contacto con alemanes no nacionalsocialistas.
Esta actitud se debía a que buscaban el modus
vivendi de la Alemania oficial.
La
mayoría de los lectores franceses e ingleses que venía a Marburgo, ya fuera por
convicción o por oportunismo, asumían una postura de empatía para con el
nacionalsocialismo. Fueron excepciones los italianos Colorni (miembro de
Giustizia e Libertà,[16]
que, poco después de salir de Marburgo, fue condenado por participar en un
complot antifascista en Trieste) y Franco Lombardi,[17]
un discípulo napolitano de Benedetto Croce.
Después
de la declaración de la guerra, en muchas casas (como en la de Steinmeyer y en
la mía) se formaron grupos para escuchar las emisiones extranjeras. Pero sobre
el transcurso de las primera luchas en el [territorio alemán del] Sarre (1939),
los noticiarios poco objetivos de la radio francesa despertaron mucho desánimo.
Se tenía, no obstante, la impresión de que en Marburgo la mayoría de las
personas se orientaba por esas transmisiones, obviamente sin confesarlo.
Traducción de raúl rodríguez freire
Notas
El presente texto, datado de finales de 1945,
fue publicado en la revista Sinn und Form
(Berlín Oriental) 35.5 (1983): 941-945, bajo el título “Marburg unter dem
Naziregime”. Para nuestra traducción, lo hemos tomado de la versión portuguesa
realizada por Luis Costa Lima, aparecida en 34
letras (São Paulo) 5/6 (1989): 75-80. Las notas fueron realizadas
inicialmente por Karl Barck y complementadas luego por Luis Costa Lima. Por mi
parte, con el fin de entregar mayor información para su comprensión, he
agregado otras notas. Entre paréntesis cuadrados, se señala la proveniencia
respectiva.
[1] Recordemos que Auerbach
fue reemplazado en su cargo por Werner Krauss (Stuttgart, 1900 – Berlín, 1976),
su asistente doctoral y uno de sus amigos más cercanos. Krauss, bajo la
dirección de Karl Vossler en Múnich, presentó una tesis de habilitación
dedicada a la novela pastoril española, aprobada en 1932. Desde aquel año y
hasta 1940, se desempeño como instructor y luego como Privatdozent en el Seminario de Lenguas Románicas de la Universidad
de Marburgo, bajo la dirección de Auerbach hasta 1936. En 1942 recibió el
nombramiento oficial y noviembre de ese mismo año fue arrestado y condenado a
muerte bajo el cargo de “complicidad en crímenes de alta traición”. Dos años
más tarde reemplazaron este dictamen por el de cinco años de encarcelamiento,
del que escapó al final de la guerra gracias a un bombardeo. En la
correspondencia con Martin Hellweg (ver nota 6), Auerbach se muestra muy
preocupado por Krauss. El 22 de junio de 1946, escribe desde Estambul: “La
salud de Krauss me preocupa muchísimo, probablemente necesita una mejor
nutrición para recuperarse; algunos amigos y yo nos hemos esforzado para
conseguirle algunos paquetes; todo es, por desgracia, horriblemente lento y
laborioso desde aquí”. Más adelante, agrega: “Estoy muy interesado en el último
trabajo de Krauss, pero parece que aun no se ha permitido su impresión”. Esto
se debe a que inmediatamente después de la guerra, en la zona de ocupación
norteamericana de Marburgo, Krauss funda junto a Karl Jaspers, Alfred Weber y
Dolf Sternberger, de Die Wandlung (El
cambio), publicación que pretende contribuir a la renovación mental de los
alemanes. En 1947, Krauss se trasladó a la Universidad de Leipzig [KR].
[2] Wilhelm Röpke (Schwarmstedt, cerca a Hannover, 1899 – Ginebra, 1966). Fue uno de los principales
nombres en la constitución de la economía social de mercado alemana. Obtuvo su
primera designación académica en 1924, en la Universidad de Jena; luego fue
designado profesor en la Universidad de Graz, y desde allí se trasladó a la
Universidad de Marburgo, donde permaneció entre 1929 y 1933. Coincidió con
Auerbach en Estambul hasta 1937 [rrf].
[3] El término Bekenntniskirche es usado por Krauss
como fórmula abreviada para Bekennende
Kirche [Iglesia de la Confesión]. Perseguida ferozmente durante el Tercer
Reich, la Bekennende Kirche resaltaba
el compromiso básico del cristianismo con de los textos bíblicos y con los
pobres, sufridores y oprimidos. El movimiento de Elberfelder (Elberfelder Bewegung), cuyo nombre
deriva de la ciudad en el que fue fundado, era algo así como el ala radical de
la Bekennende Kirche. Esta, por su
parte, se constituyó al interior de la Iglesia Protestante (Evangelische Kirche Deutschlands),
después de 1933, con una orientación antifascista y contraria a la orientación
oficial, nacionalista y antisemita. Fue fundada explícitamente después de la
creación de los llamados Deutsche
Christen –agrupación de cristianos que apoyaba a los nazis, teniendo
pastores que predicaban, al interior de las iglesias, llevando uniforme nazi.
La base y el manifiesto teológico de la Bekennende
Kirche es la Theologische Erklärung
von Barmen (1935), en la que, entre otros puntos, se justificaba el derecho
a la resistencia. Su teología fue básicamente orientada por el teólogo suizo
Karl Barth, quien, siendo profesor universitario en Alemania, fue destituido de
su cátedra. Entre sus promotores figuraban Dietrich Bonhoeffer y P. Schneider,
pastores que murieron asesinados en los campos de concentración, llegando a
desempeñar un papel importante en el movimiento pacifista [alemán] (Friedensbewegung) después de 1945 [KB].
[4] Paul Jacobsthal (Berlín,
1880 – Oxford, 1957). Fue un arqueólogo graduado de la Universidad de Bonn,
dedicado al estudio de la cerámica griega y el arte céltico. En 1912 fue
designado Profesor de Arqueología Clásica en Marburgo, donde permaneció hasta
1935, año en que fue obligado a dejar Alemania [rrf].
[5] Karl Löwith (Múnich, 1897
– Heidelberg, 1973), amigo de Auerbach. Fue alumno de Edmund Husserl y de
Martin Heidegger, de quien primero fue uno de sus principales discípulos, para
más tarde convertirse en uno de sus críticos más agudos. En 1936 se estableció
en Japón y trabajó en la universidad de Tohoku, pero la alianza con Alemania, lo
obligaron a dejar el país en 1941, estableciéndose luego en Estados Unidos.
Desde 1952 fue profesor de Filosofía en la Universidad de Heidelberg [rrf].
[6] Martin Hellweg (Nohra, Turingia, 1908 – Colonia, 2006). Asistente doctoral de
Auerbach, quien dirigió su tesis doctoral. También era amigo de Krauss, con
quien compartió la casa en Marburgo entre 1935 y 1937. Existen dos cartas de
Auerbach a Hellweg (1939 y 1946), escritas desde Estambul. Ver: “Scholarship in Times of Extremes: Letters of Erich Auerbach
(1933–46), on the Fiftieth Anniversary of His Death”, PMLA 122. 3
(2007): 742-762. Sobre Hellweg, también ver: Martin Vialon Lendemains. Etudes comparées sur la France/Vergleichende
Frankreichforschung 129, (2008): 61-84 [rrf].
[7] Término acuñado por el
lenguaje cotidiano para designar las oficinas o sucursales existentes en las
grandes ciudades, que operaban como dependencias de la Amt Rosenberg, esto es, la Liga Militante para la Cultura Alemana (Kampfbund für deutsche Kultur), dirigida
por Alfred Rosenberg (1893-1946). Rosenberg, autor del libro tristemente famoso
Der Mythus des 20. Jahrhunderts [El
mito del siglo XX], era el jefe ideológico del Partido Nazi (NSDAP) y, por
orden personal de Hitler, responsable de la pureza ideológica del Partido. Antisemita
fanático, Rosenberg nació en Riga, ciudad en la que comenzó a estudiar
arquitectura en 1910, moviéndose luego a Moscú. En 1918 se trasladó a Alemania,
donde conoció a Hitler y comenzó a colaborar con él al año siguiente. Fue el
jefe de redacción del órgano del Partido Nazi, el Völkischer Beobachter [El Observador Popular], desde 1921. Desde
1934, fue el encargado de la Überwachung der weltanschaulichen Erziehung der
NSDAP (vigilancia de la educación ideológica de los miembros del Partido Nazi).
Entre 1941 y 1945, fue Ministro del Reich para los territorios ocupados del
este (Reichsministeriums für die
besetzten Ostgebiete). Condenado por el tribunal de Núremberg como criminal
de guerra, fue ejecutado en 1946 [rrf].
[8] Literalmente, Gauleiter significa “Jefe de distrito”.
Mantenemos la forma original por la connotación política que tiene sobre el
nazismo [LCL].
[9] Leopold Zimmerl
(1899-1945) fue profesor y Decano (1936) de la Facultad de Derecho de la
Universidad de Marburgo. Entre abril de 1937 y septiembre de 1938, fue su
Rector [rrf].
[10] La señal de corte (…) se
encuentra en la edición original [LCL].
[11] Antonio Rubió i Lluch
(Valladolid, 1856 – Barcelona, 1937) era profesor de Filosofía y Letras en la
Universidad de Barcelona. Krauss se refiere al texto “Die Kritik des Siglo de
Oro am Ritter- und Schäferroman”. En Homenatge
a Antoni Rubió i Lluch, vol. I (Barcelona: Universidad de Barcelona, 1936),
225-246. En este mismo libro se encuentra un texto de Auerbach: “Giambattista
Vico und die Idee der Philologie”, 293-304 [rrf].
[12] La traducción portuguesa
refiere a Schalk-Köln, lo cual debe ser un error. Krauss mantenía
correspondencia con el romanista Fritz Schalk (Viena,
1902 – Colonia, 1980), quien en 1936 se había establecido en Colonia proveniente desde Hamburgo [rrf].
[13] Adeptos o miembros de la
Política de appeasement
[apaciguamiento], formulada por Inglaterra y Francia frente a Hitler. Esta
política, que aseguraría el premio Nobel de la Paz a Neville Chamberlain,
implicaba la no reacción de aquellas potencias ante las iniciativas hitleristas
[que violaban los tratados internacionales luego de la Primera Guerra Mundial]
[KB].
[14] Walter Runciman (1870 –
1949), Primer vizconde Runciman de Doxford. En 1938 el primer ministro del
Reino Unido, Arthur Neville Chamberlain, le encargó actuar como representante
en los Acuerdos de Múnich, encuentro que tenía por cometido solucionar la
llamada “Crisis de los Sutedes”. Esta crisis se debió a que una minoría alemana
que vivía entre Bohemia, Moravia y Silesia exige autonomía para profesar la
ideología Nazi. Entre el 1 y el 10 de octubre de aquel año, Hitler realiza una
ocupación de Checoslovaquia, restándole así cerca de 30.000 km². El resto de
los países entregó finalmente un respaldo oficial [rrf].
[15] Se trata los ya citados
Acuerdos de Múnich, instancia en la cual se determinó la incorporación de los
Sudetes (pertenecientes a Checoslovaquia) a Alemania, fortaleciéndose así las
aspiraciones políticas de Hitler. Fueron aprobados y firmados en 1938 por Reino
Unido (representado por Arthur Neville Chamberlain), Francia (representada por
Édouard Daladier), Italia (Benito Mussolini) y Alemania (Hitler). Los
representantes de Checoslovaquia fueron excluidos de la conferencia [rrf].
[16] Giustizia e Libertà (Justicia y Libertad) fue un movimiento de
resistencia antifascista italiano que operó entre 1929 y 1945. Fue fundado por
Carlo Rosselli (1899 – 1937) [rrf].
[17] Franco Lombardi (Nápoles,
1906 – Roma, 1989). Filosofo italiano. En 1970 recibió el título Doctor honoris
causa por la Universidad de Marburgo [rrf].